Yo
creía que mi fuerza podía mover montañas, que el sol que refleja por la
tarde sacudiera mis pestañas. Pero frente a mi tendría más que eso: un
universo que despertar, un cielo para ver, una luna a quien soñar, un
mundo para mover y unos ojos a quien mirar.
Simplemente disparé al mar para encontrarte allí, reflejado frente a el. y fue ahí donde ya no puedo pisar.
Y el recuerdo se hizo reloj despertador para desprenderse de si cada
mañana. Pero el olvido jamás aparecía, se dormía y jamás despertaba.
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