domingo, 2 de junio de 2013

Jugar a perderme en el invento del adiós, en ese punto me encuentro encima de las sogas caminando en puntas de pie para no volver a caer a tu lecho otra vez.
Instinto de huída me remueve entre las hojas como un niño sin pelota, como un museo sin recuerdos, como una serpiente sin veneno pero firme como mi sombra.
Es entonces cuando rezo por tu brisa para que nunca te apague la sonrisa y puedas extender los brazos a ese deseo que te hizo tan real.
 
 

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