Cuando las alas ya no indican vuelo sino espanto.
Cuando el silencio se mueve en el eco del viento y se esfuma sin dejar rastro.
Cuando pasa un avión y mirás al cielo siguiendo su huella hasta que se pierde.
Cuando agotás recurso tirando la moneda. Ahí, ahí estoy yo: sin ningún escape más que la mente.
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